Tuesday, September 30, 2008

22. El día ha venido a mí en las playas del Pacífico de Guatemala

Atesoro estos poemas,
Como si yo tejiera en ellos letras de un diálogo indescifrable.
Tal vez por eso, escribo siempre desde el miedo.

Atesoro la promesa de los signos del tiempo
Que con sus rayos hará brillar hasta la ceguera
Lo antes opaco y deslucido.

Y está bien amar estas cosas.
Sin embargo, en el fondo sé que mi amor por ellas
Proviene de tu resplandeciente frescura
Tumbada hoy a la orilla de la piscina
Y de los secretos que quedarán entre nosotros:
Los colores descoordinados de las dos partes de tu bikini;
La forma en que las gafas de sol resbalan sobre tu nariz;
El título del libro descansando sobre tus rodillas;
La tranquilidad con que das chupadas a tu porro de marihuana.

El día ha venido, remarcando dulcemente
Las playas de mis mares, lagos y lodazales.
La bruma se abre permitiéndome ver
El drama de la ruta del sol
Esquivando las celosías abiertas de mi habitación.
La lluvia evanescente me despierta con su olor.
La guardaré como un tesoro,
Aunque el temor prevalezca.

Monday, September 29, 2008

Hay gloria y misterio en los caminos donde se han quedado dormidos mis amigos


Qué firmemente tomado de la línea de vida parecés.
Qué ninguneado resulta hasta el ocaso frente a las caricias maternas;
Al acariciarle tu esposa olvida al resto de la mesa, mientras yo me sirvo más té.
Esto es la vida.
Esto es la vida, creo escucharte repetir, mientras la gota de rocío paciente se demora en romper
y separarse de la hoja.

Te miro con la humildad del lucero de la tarde;
Si no te hubieras levantado por más cerveza, te habría preguntado qué ha sido de aquél dolor
de alma del que solías hablarme
(La música del estéreo, antes tendiendo rieles entre nosotros, hoy suena a silbido de tren
alejándose).
Esto es la vida.
En los primeros días de otoño arde terrible un adiós nunca dicho, y sin embargo, nos decimos hola cada
vez que nos vemos.

Volves a mí con la certeza de lo imposible decirte.
Volves en tardes así,
Las antiguas charlas nocturnas aún palpitando en el llanto de los niños y en la frase que el poema se ha
negado a pronunciar.
Te sentas a mi lado, posando cariñosamente la mano en mi rodilla,
Tus ligeros pies de viento acercándote a mí.

Gotea.
Irisada por tu risa la gota contiene al mundo.
Colgadas del instante que le toma llegar al suelo, nuestras vidas se abrazan en ella.
Golpea.
¿Volvemos?

Añoranza (redux)

Los pequeños bribones descubrieron el lodo bajo el chubasco de las dos de la tarde.
Los relámpagos en el jardín los hacían saltar asustados, luego reír nerviosos.
“Dejalos jugar”, me dijiste vistiéndote de canto de alondra.

Seguí los gritos de los niños por toda la casa, sin conseguir encontrarlos.
Pero enredados en las patas de la cama estaban los días largos, repitiéndose hace años,
Desvelados en la pregunta por lo que pudo haber sido.

Hoy encuentro estas tardes lluviosas del sur demasiado preñadas de añoranza.

Te llamé por teléfono. Estabas durmiendo la resaca.
Probé con un poco de sopa y me fui también a la cama.
Cambié de canal preguntando a la tele por los niños.

Dijo que entre tus cejas está encharcado un nacimiento.
Dijo que mis colmillos destilan esto que somos.
Pero ambos sabemos que nuestra complicidad es una mano divina apresando la lluvia,

Es una mano apostando ganarle al destino su sombrilla.
Cuelgo. Escalera. Royal flush.
Hoy ya no puedo blufear sin un temblor en el ojo.

Pero también sé que sobre estas tardes lluviosas del sur suele crecer una noche escampada.

Mañana tal vez la alondra aparezca disfrazada de ti,
En una rama floreada o en una fiesta de amigos,
Y hasta puede que entonces quieras divertirte conmigo saltando en los charcos.

Sunday, September 07, 2008

Añoranza


Está el domingo en casa escondido de la lluvia de las dos de la tarde.
Podríamos haber ido al cine de no ser por la resaca.
Te llamé por teléfono. Estabas dormida.
Probé con un poco de sopa y me fui también a la cama.

Le pregunté a la tele si recordaba lo que nunca fue.
Cambiaba de canal y los niños que no nos dejaban dormir.
Al final me levantaba y los llevaba en carro al centro comercial.
Volvíamos y vos sintiéndote mejor preparabas la cena.

Están los días largos de vuelta, repitiéndose hace años,
Desde que lo que pudo haber sido no fue y fue lo que ha sido.
Está la distancia y la pregunta de lo posible.
La tele me mira, pero no, no recuerda nada.

Está en tus manos encharcado un nacimiento.
Perdoname el eufemismo.
Está en mis manos una gota destilándose:
Lo que estuvo en vos, en tu vientre, siempre fue esto que somos.

Te llamo más tarde. Ya has despertado.
Jugamos al “¿cómo te sentís?, espero no haberte enojado, ni te preocupes, no me acuerdo bien.”
Esta complicidad nuestra es hoy un regalo divino,
Nacido de la decisión de romper unas manitas que quisieron unirnos a la fuerza.

Cuelgo. Escalera. Royal flush.
Hoy ya no puedo blufearle al destino sin que me tiemble el ojo.
Andá, suspirale a la noche. Ya verás cómo el olor a luna se ha perdido.
O tal vez un día lo atrape yo, años después, cuando esté lejos de ti.