Monday, October 27, 2008

You fit into me

by Margaret Atwood


you fit into me
like a hook into an eye

a fish hook
an open eye

Thursday, October 23, 2008

Lying in a Hammock at William Duffy’s Farm in Pine Island, Minnesota


by James Wright


Over my head, I see the bronze butterfly,
Asleep on the black trunk,
Blowing like a leaf in green shadow.
Down the ravine behind the empty house,
The cowbells follow one another
Into the distances of the afternoon.
To my right,
In a field of sunlight between two pines,
The droppings of last year’s horses
Blaze up into golden stones.
I lean back, as the evening darkens and comes on.
A chicken hawk floats over, looking for home.
I have wasted my life.


Al hombre que abrió mis ojos a la vida. Gracias.

Saturday, October 04, 2008

21. Hola sencillez o un "adiós querida”

Si mencionara lo conmovedor que me resulta la sencillez de
tu mirada,
Seguramente te enfadarías.
Nunca te gustó ponerte metafísica conmigo.
Y la cosa de la poesía tal vez en el fondo siempre la
encontraste cursi.

Nunca comprendiste que al buscar la poesía, en el fondo te
buscaba a ti;
Porque tú ya no eras esas otras niñas de antes, melancólicas,
a veces sombrías y casi siempre poco telúricas,
Aprendí a amar la vida, feliz de tomarse a sí misma y guardar el equilibrio
Como un volatinero en su mejor espectáculo.
En la poesía la vida, y en el centro, tú.

Luego nos separamos.
No te gustaba a ti tampoco mi oscuridad y menos la complejidad mi alma.
Entonces me esforcé por no desesperar, obligándome, para sobrevivir, a creer sobre todas las
cosas
En la voluntad de ese mundo salvaje y veleidoso al que tú me habías abierto.
¿Qué otra elección tenía?

Como si te lo preguntara a ti, entonces me pregunté:
¿Es la tristeza el rostro que yace bajo los otros donde te he buscado?,
¿Es la soledad el balbuceo que no consigue hablarte?
¿Fueron mentira las visiones del mundo encerrado en tu cuerpo y las zambullidas en tu ombligo
hacia las inhóspitas carreteras del sur?
Me parecía que tu corazón bebía de un mundo al que a mí había sido vedada la entrada,
Por eso de tu espalda ausente lamía la esperanza de volver.

Confieso que a veces todavía yazgo mortalmente embriagado de una canción de mí mismo,
Solo, en mi cuarto.
Una imagen en la pantalla danza sigilosa, No signal.
El perro duerme.
Es todo lo que tengo, un perro manchado.
Y una reunión de trabajo, temprano, el lunes por la mañana.
Y un Chevrolet en el garaje.
Y un tremendo dolor en el pecho cuando leo a Proust.

Pero con esto no quisiera hacerte pensar que me ahogo en la melancolía:
Estoy ya demasiado lejos de nuestro tiempo juntos para eso.
Es sólo que con frecuencia veo la vida desgranarse como lluvia.
Algunas veces me mojo en su tristeza sin pensarlo.
Otras, en cambio, encuenco las manos por si consiguiera atrapar sus gotas,
Sencillas e irreductibles como tú.
A ambos nos gustaron siempre las cosas como esas.