Sunday, October 24, 2004

El final de Cristo (Etica histórica)

La intención del mensaje de Jesús era poner a los hombres de su pueblo como centro de las leyes, filosofía que de alguna manera se ha reafirmado en el pensamiento occidental (partiendo desde de Descartes) con el nacimiento del idealismo, al revalorizar el subjetivismo como principio del conocimiento. A pesar de ello, Jesús fracasó en su objetivo, porque la mayor parte de los judíos persistieron en su posición, y no aceptaron la nueva fe profesada, siendo que por su mensaje simple proliferó más en las masas populares gentiles, sin dejar de ser enemiga declarada del judaísmo. Lo que es peor, incluso el mensaje de Cristo fue transmitido inexactamente, pues es ahora sabido por los exegetas que la interpretación que se le dio estuvo influenciada por el dominio monopolístico que de él tenían algunos apóstoles, si no con plena intención de falsearlo, al menos de cumplir el objetivo de ganar adeptos a la doctrina.
Los principios filosóficos generales del cristianismo, tales como el libre albedrío o el amor al prójimo son asumidos como verdades, cuando en realidad no tienen ningún fundamento, y son sentencias puramente intuitivas, pues se conciben como verdades a priori no deducidas, sino tomadas directamente de la palabra de Dios; son verdades dogmáticas. Aunque lo conspicuo de Jesús radica precisamente en ello, en su intuición como personaje de genio, pues adelantó en siglos al pensamiento occidental. El cree en su verdad y forja su vida de acuerdo a ella, dando un sentido a la muerte en la promesa de la vida eterna y con eso una dirección nueva a la comunidad, dejando a un lado la mezquina mentalidad judía que no conocía la inmortalidad, sin cuyo sentido trascendente de la vida, la sociedades primitivas no podían vincularse a un objetivo que les permitiera interactuar. Por eso la suerte de los judíos no es casualidad, es causa directa de su forma de ver la vida y no lograr adaptarse en la sociedad y por el contrario granjearse el odio de sus coetáneos hasta la II Guerra Mundial. Jesús habló de esos errores anticipándolos.
De cualquier forma, fueron esas nuevas verdades del cristianismo, las que (malogradas la mayoría de veces) han llevado al mundo a lo que es hoy, pues su influencia es patente, sobre todo en el mundo occidental, cabeza de guía indiscutible del mundo. Paradójicamente, su fortaleza reside quizá en su aspecto más oscuro, que es el dogmatismo; pues es una religión que se asume con gozo, con entrega total, sin requerir de sus adeptos esfuerzo para comprender las verdades supremas; no les pide que piensen: la salvación es un regalo para todos los pecadores que reconozcan a Cristo como su único salvador. Es un trato por demás conveniente que, a pesar de todo, innegablemente ha logrado que millones de personas hagan de sus vidas algo con más sentido que la destrucción. En este sentido me parece es válida como subterfugio para soslayar las mayores dificultades de la vida, pero sólo en tanto sean una forma de acceder al camino que lleva a ella, y no en como un reallano donde se obvie la búsqueda incesante de su sentido y por tanto se olvide finalmente de ella.
La religión termina siendo como esas rueditas que se colocan a la bicicleta para aprender a manejarla: ayudan a obtener una guía, pero una vez se consigue esta, resultan innecesarias y hasta un estorbo. La humanidad debe de estarle agradecida al cristianismo porque ha marcado la pauta para conformarse socialmente, y enfilarse hacia un rumbo aproximado. Pero tal vez es tiempo de afinar ese rumbo. No es inaceptable que el que así lo desee pueda seguir andando con rueditas, pero para otros, quizá sea hora de crecer.
El amor entre la humanidad y la religión cristiana se escribió con mucha turbulencia; fue un amor inmensamente pasional. Dejó mucho sufrimiento, mucha sangre y mucho dolor, pero también regaló felicidad y alivio para muchos. Para el que quiere avanzar es insostenible tanto el querer olvidarla por completo como el querer aferrarse a ella. Su mensaje será eternamente bello mientras sea al pasado a donde pertenezca.

Tuesday, October 12, 2004

Etica histórica

La religión tiene como objetivo primordial mostrar el sentido final de la vida; revelar la finalidad de la existencia del hombre. En el intento por encaminar al hombre en esta dirección, inevitablemente ha tenido que inmiscuirse en cómo este debe vivir y por eso, a través de la historia, ha cumplido con una función social, formulando indirectamente modelos organizativos. La civilización helénica, por ejemplo, partió de la tradición mitológica para formular una filosofía, que incluía la organización social, así como los judíos, se rigen con reglamentaciones (el talmud) mucho más amplias que las de las sociedades a las que se adhieren. La religión es el fundamento de donde se desprende la ley, por tanto, podríamos llamarla una metaley.
Así, las instituciones religiosas han resultado inseparables de la figura del Estado y no es sino hasta en tiempos recientes que su influencia ha menguado en el mundo occidental. Con esta nueva visión la religión tal vez pueda evaluarse bajo una perspectiva distinta que le permita revalorarse en tanto al sentido filosófico de que da a la vida en cuanto se perciba su función circunstancial y su influencia sociológica, sustrayendo el sentido dogmático de la misma.
Muchos han sido los filósofos que han desdeñado al cristianismo por resultar entre las religiones mayores como una de las más inferiores por su contenido filosófico. Se presentó en una situación y para un pueblo que estaba muy por debajo su coetánea, la civilización helénica, (o de la oriental, aunque en la época no se concibiera de esa manera) y podría decirse que precisamente fue esa inferioridad de pensamiento la clave de su éxito, pues resultaba adecuada para el vulgo, acostumbrado a no pensar y deseoso de aceptar una verdad sencilla. El concepto de un único Dios era simplificador en extremo; reducía las ofrendas y además se dejaba a designio de ese Dios todo el devenir del mundo, prescindiendo de los conflictos surgidos por la interacción de diversos dioses, que dicho sea de paso, eran representantes mucho más dignos de las fuerzas contradictorias de la naturaleza. En las religiones asiáticas, ni siquiera se presenta el teísmo y por tanto la comprensión de la naturaleza es subjetiva, es decir que sólo se puede entender desde cada persona, careciendo así de dogmas. Esto en cuanto a las desventajas, discutidas hasta la saciedad en el siglo anterior. Pero existe una contraparte, que merece ser dicha, aunque en último término sea en beneficio de muy pocos, y principalmente de quien dio origen a esta nuestra era: Jeoshua de Nazareth, el Cristo.
Situado en su contexto social e histórico, Jesús era un personaje de excepcionales características, cuyo mensaje representaba una revolución para el pueblo judío, pues se declaraba en claro conflicto contra las amplísimas reglas a las que estaba sometido como judío, y proponía una revalorización del hombre ante la ley divina, proponiendo a esta como servidora de aquél.

Me veo obligado a continuar en una tercera parte, porque a pesar de todos los esfuerzos, me fue imposible concretar en tan poco espacio... a pesar de los alegatos del tedio.