Escribir con una par de copas de más encima, es la verdadera prerrogativa que te regala un blog. Personal como un diario. Con la premura de hacerte público, aunque sea sólo en el pensamiento.
Hoy me siento... cómo decirlo... plácido. Qué placer hay en una botella de vino y un libro de Virginia Wolf! Cosas que todo el mundo hace, nada excluyente. Cosas que son posibles para todos, pero que hoy para mí, al volverse personales y exclusivas, son un placer inefable. Cosas que son del momento, y que por ser de él, dan nacimiento a la necesidad de perpetuarlas. Pienso: no sería acaso yo más que Virgina si fuera capaz de revelar las corrientes que convergen en estos instantes de vino y letras? Algo cercano a Dios sería yo si pudiera darles vida (no es esa la intención de toda literatura, crear, como El, la realidad?). Por momentos, me siento tan embelesado, que a falta de una mejor explicación, atribuyo el sentirme así a un cierto narcisismo, como una pretensión venida de un sentido estético demasiado influido por la percepción occidental. Simple sibaritismo.
Pero, sobre ese momento, pienso. Luego se hace real el ‘cogito ergo sum’. No puedo ser únicamente el placer exclusivo. No quiero. Cuando más alejado me siento de lo mundanamente asfixiante, más presiento una necesidad de volver a mí. Pienso, exaltado por el alcohol, y me siento ‘trascender’.
Pienso en alcanzar ese tiempo en el que Woolf descubría una realidad inexpresada hasta entonces: la de cada momento y vivencia cotidiana que se acompaña de pensamientos que regalan a ese vivir una particularidad y esponteneidad personales, tal y como se siente el existir. Y entonces pienso en Proust, viviendo en la misma época, transformando cada instánte de su vida en algo patente, a través de la literatura, igual que ella, pero desde un ángulo distinto, quizá hasta opuesto, el de los sentimientos. Eran los dos parte de una época donde nuestra realidad personal, subjetiva, era una explanada inexplorada, tal véz enunciada como existente, pero nunca descrita con puntos y comas y a,b,c’s.
Cómo me siento existir realmente, como si sus palabras fueran una luz que mostrara el fondo de mi ser, de lo que ‘realmente’ creo ser. Todo lo demás, lo que sale afuera, es oscuridad, o como diría Woolf, a lo sumo, una pequeña parte de mí que sale a la superficie.
Entonces, pienso. Y me veo frente a una botella de vino – un casillero del diablo horrible, de lo peor, por cierto - en un tiempo en el que aunque fuera ellos, sería otro (aunque yo pudiera escribir). Es mi tiempo uno en el que se escriben blogs. Los libros epistológicos han quedado atrás, sin que nadie los extrañe. Sigo bebiendo. Publico. Intento pensar.
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3 comments:
Bien dicho. Es una lástima que no siempre se pueda contar con un Espiritú como ese. Espero poder seguir disfrutando de esos ratos de euforia, para reflexionar para dejarnos pendejear un rato. Gracias.
elpatojo.
Otro tiempo, otro modo. Sí, es loco y loco será en el futuro para los que nos miren hacia acá. Pero disfruto este tiempo, este mal vino y esta cabeza que piensa y escribe cosas que al menos entre nosotros leemos. Salú.
Me encanta su "maraña" filosófica y su juego de palabras que, como siempre, son las irremplazablemente adecuadas, sin rodeos, directas. No atribuibles a esa mala botella de vino, sino a su intrínseca manera de expresar eso que se le revuelve en la cabeza y que cuando lo escribe, cae claro y puro. No pare de publicar ;)
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