Saturday, September 24, 2005
Ayer, hoy, mañana y siempre
Mi perro manchado. Unos nuevos lentes. Una nueva manera de peinarme. El recuerdo del gusto del sexo de esa a quien quise tanto. Cada arruga que imagino extendiéndose por mi cara, como un mapa de las posibilidades que nunca seré, apuntando a lo único que puedo ser: ese que soy. Vivo yo en alguna de estas cosas? Dónde existe mi vida que ha dejado de ser? Acaso junto a lo que seré, pero que -a pesar de lo mucho que mi imaginación pueda viajar hacia ello- no soy?
Ese que se levanta todos los días para ir hacia un trabajo que no quiere, se cierra ante mí como alambre de púas: allí vive la angustia. No por eso es menos cierto que también viva en ese que fui, siempre luchando por manejarme con sus hilos, o en esos lejanos fantasmas magros de lo que seré, todos usando mi misma cara, pretendiendo ser mis amantes... juego con ellos: algunos rezuman miel cuando nos gozamos.
Mi silencio. Mis platos sin lavar. Mi cama sin hacer. La profundiad que abre la soledad de mis pisadas sobre la alfombra de mi casa. El regalo del olvido en una noche de borrachera o en un porro de maría. Eso soy... Nada más que E. sentado escribiendo, sabiendo, sin embargo, que creer que soy únicamente eso sería blasfemar contra la gente que más quiero: esos que me han acompañado durante la vida, en las largas conversaciones, en las camas compartidas, en crear arte, en destruirme, en negarme, en encontrarme. Todos ellos soy. Veo cómo ellos, en cada gesto para fumar un cigarro, en cada pausa reticente sobre una tarde de café platicado, escogen la próxima letra que presionaré en el teclado. Lo veo en la forma de sus labios, en el olor de su pelo; en los hombres, en las muejeres; en sus vidas, en sus muertes; en su ausencia, en su coincidencia. Los veo ser la exclusiva -pero infinita - posibilidad de ser el que soy al hacer lo que hago.
Pausa.
Sí, entonces me resulta inevitable agradecer a ese ser infinito que descubro en mí, extendiéndose por los lugares que ellos han caminado y que yo nunca veré; renaciendo en esos niños, hijos suyos, que yo nunca tendré.
Por eso a veces creo realmente existir. Esperen... He sentido vértigo. Ya saben que me suele suceder.
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3 comments:
Lo máximo chapulín. Ese vértigo, ansiado estado de divagación, alucinación, encantamiento y despertar.
Propongo ver todo lo que no somos para así, a contraluz, dejar que la figura espectral inicie su advenimiento.
Somos todo eso, libros, música, pintura, sexo, un cigarro, una chela, un porro. Para cuando se acaben, nosotros también habremos muerto.
¿De qué estamos hechos? ¿De ideas? ¿De gustos? ¿De quienes nos rodean? Dime con quién andas y te diré quien eres. ¿De ahí viene el dicho?...
Te oigo bien... hasta linkeaste a vV! Salú.
Se me olvidaba: ¡que buen afiche!
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